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¿Qué pueden hacer los comunistas de los países imperialistas?

[Capítulo VI de Unequal Exchange and the Prospects of Socialism, publicado en 1986 por el Communist Working Group.]

Como habitantes de uno de los países más ricos del mundo, nuestras posibilidades de promover el socialismo están limitadas a causa de condiciones muy especiales. En los países imperialistas más ricos no existen hoy clases objetivamente interesadas en derrocar el sistema imperialista, porque todas las clases de estos países se benefician de dicho sistema. Cualquier movimiento social en los países imperialistas ricos debe considerarse a la luz de este hecho. Un movimiento de masas sólo tiene una perspectiva socialista si se dirige contra el imperialismo, y tal movimiento de masas no existe en los países imperialistas.

Durante décadas, los partidos de izquierda en Europa Occidental y Norteamérica se han impuesto la tarea de dirigir la lucha de la clase obrera por mayores salarios, mejores condiciones, etc. Esta práctica se ha seguido sin tener en cuenta la posición especial de la clase obrera en los países imperialistas. Por tanto, estos partidos eran reformistas, al margen de qué ideales internacionales tuviesen, ya fuesen pro-soviéticos, pro-chinos o pro-albaneses, e independientemente de sus nombres. No puede ser tarea de los comunistas dirigir la lucha de la aristocracia obrera, manteniendo o aumentando así sus privilegios.

¡Apoyar a los movimientos antiimperialistas en los países explotados!

Como los movimientos antiimperialistas de masas sólo se encuentran allí donde el imperialismo implica explotación y empobrecimiento, la tarea de los comunistas consiste en apoyar a estos movimientos. Hoy en día, la práctica más eficaz de los comunistas en un país imperialista consiste en apoyar a los movimientos antiimperialistas de liberación del Tercer Mundo que luchan contra el capitalismo y la explotación internacional y por el socialismo. Apoyando a los movimientos que persiguen una política antiimperialista y que tienen la fuerza política necesaria gracias a una base de masas —o que tienen posibilidades de desarrollar tal fuerza— podemos hacer nuestra parte para perjudicar al imperialismo.

Apoyamos a los movimientos revolucionarios nacionales en los países subdesarrollados porque estos movimientos representan la mayor mejora social posible en sus países; porque, a través de una revolución, tienen la posibilidad de liberar enormes fuerzas productivas, especialmente en forma de fuerza de trabajo humana; porque, a través de los esfuerzos por establecer una sociedad socialista en su propio país, dan un paso hacia el establecimiento del socialismo en todo el mundo, incluso si estos países no se hallan en una situación en la que puedan establecer una sociedad socialista inmediatamente. No existe un camino fácil ni directo para pasar de una economía subdesarrollada y explotada al socialismo. A pesar de ello, los movimientos nacionales de estos países representan hoy la mayor amenaza para el sistema imperialista. Hacen su parte para generar crisis en el imperialismo. Y estas crisis son de una importancia crucial, si acaso alguna vez ha de surgir una situación revolucionaria en la parte rica del mundo.

A diferencia de la aristocracia obrera y del capital, a los comunistas les interesan las crisis del capitalismo. Por tanto, cuando surgen las crisis, no es tarea de los comunistas defender la posición privilegiada de la aristocracia obrera haciendo planes para proteger el sistema capitalista contra las crisis. Los comunistas de los países imperialistas no deben tratar de reducir el alcance de tales crisis y sus consecuencias (como el desempleo, la disminución de los salarios, etc). Incluso hoy, cuando la crisis económica sólo ha supuesto una disminución comparativamente pequeña del nivel de vida de la población de los países ricos, el “miedo a la crisis” está muy extendido. Los partidos de izquierda, desde el partido socialdemócrata hasta la extrema izquierda, compiten con los partidos de derecha para sugerir los métodos más eficaces de resolver los problemas del capitalismo. Para ellos se trata ante todo de defender el nivel de vida alcanzado. Han olvidado por completo la perspectiva revolucionaria de la crisis. Desde un punto de vista revolucionario, las crisis son necesarias. Cuando la crisis se hace sentir de verdad, los comunistas deben oponerse al chovinismo, al racismo y al odio hacia los trabajadores inmigrantes, y apoyar los movimientos antiimperialistas y los Estados progresistas del Tercer Mundo.

A largo plazo, las crisis sólo pueden ser erradicadas mediante la eliminación del capitalismo, a través de un desarrollo socialista revolucionario global. Sin embargo, es evidente que sólo el propio desarrollo económico puede convencer de ello a la aristocracia obrera. La aristocracia obrera, que ayuda a administrar el imperialismo, no puede transformarse en una clase revolucionaria exclusivamente mediante la agitación y la propaganda. Es ante todo el desarrollo económico el que determina la política de una clase.

¡Apoyar materialmente a los movimientos de liberación!

La forma en que los comunistas de los países imperialistas pueden apoyar a los movimientos de liberación es, por supuesto, específica de un país a otro. Sin embargo, una cosa es segura: para que el apoyo tenga alguna importancia, debe ser ante todo de carácter material. A finales de los años sesenta, miembros de nuestra organización participaron e intentaron influir en las grandes manifestaciones dirigidas contra la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Pero aunque se escribió mucho sobre ello y hubo muchos debates, y aunque miles de personas estaban comprometidas con este trabajo incluso en un país pequeño como Dinamarca, el apoyo material al movimiento de liberación vietnamita fue sorprendentemente escaso.

Durante este periodo, la izquierda dedicó bastante tiempo a los movimientos de liberación de todo el mundo, pero había una sorprendente desproporción entre las consignas, a menudo muy militantes e intransigentes, y el mínimo valor que tenían para los movimientos de liberación y su lucha. La mayor parte de la izquierda no se ocupaba de los movimientos de liberación con el objetivo primordial de apoyarlos, sino, más bien, porque esperaba movilizar a más gente; gente a la que podían comprometer en su trabajo para la aristocracia obrera de Dinamarca, con el ilusorio propósito de dirigir su lucha salarial hacia una dirección socialista. En los años 70 esto se hizo aún más evidente. No fue posible transferir las pocas fuerzas antiimperialistas del trabajo en Vietnam al apoyo de la lucha de liberación en Sudáfrica, Palestina, etc. Otras cuestiones captaron principalmente el interés de la izquierda. Campañas contra la Comunidad Económica Europea y contra la energía nuclear, problemas de contaminación, cuestiones medioambientales, el problema del desempleo, etc. El antiimperialismo ha dejado de ser un aspecto importante de la actividad política de la izquierda. El número de personas que pueden movilizarse para el trabajo antiimperialista en la Dinamarca actual es muy limitado.

Sin embargo, es positivo que aquí y allá, en los países imperialistas, existan grupos de apoyo que conceden la mayor importancia al apoyo material. Con esta labor se mejoran las posibilidades de los movimientos de liberación para derrotar al imperialismo. Las conversaciones con los representantes de los movimientos de liberación y las visitas a estos movimientos han confirmado que es útil ofrecer apoyo material, ya que a menudo carecen de lo más elemental para poder llevar adelante su lucha y poder mitigar las penurias de las masas.

¿Para qué trabajamos?

Nuestro objetivo consiste en agrupar a los antiimperialistas para apoyar la lucha contra la opresión y la explotación del Tercer Mundo. Tal y como están las cosas ahora, debe ser una cuestión de individuos, ya que a día de hoy no existe una base objetiva para movimientos de masas con perspectiva antiimperialista en Dinamarca.

La solidaridad por la que trabajamos no se basa en la compasión ni en el humanitarismo burgués, sino en la conciencia de que la emancipación del proletariado en los países explotados es una condición para la destrucción del sistema imperialista y la introducción del socialismo en Dinamarca.

Consideramos que los dos aspectos de la lucha política, la teoría y la práctica, son inseparables. Es necesario investigar continuamente las condiciones económicas y políticas del mundo en nuestro empeño por aumentar y mejorar nuestro apoyo, y encontrar nuevas formas de prestar este apoyo. Tenemos que estudiar qué contradicciones son las más importantes para que nuestros esfuerzos se concentren en las áreas que serán más beneficiosas para la lucha por el socialismo. Comunicaremos nuestros puntos de vista a los movimientos y Estados antiimperialistas del Tercer Mundo y a los grupos y organizaciones antiimperialistas de todos los países. En particular, discutiremos nuestra opinión sobre el imperialismo y las condiciones económicas y políticas en Europa Occidental. Durante mucho tiempo la izquierda ha transmitido sus ilusiones sobre las condiciones en Europa y la solidaridad de la clase obrera con los movimientos de liberación. Seguiremos diciendo a los movimientos de liberación que no cuenten con un apoyo activo a su lucha por parte de la aristocracia obrera. Por el contrario, deben esperar oposición, y esto no se debe a la ignorancia o a la falta de información sobre la lucha, sino a la posición de la clase obrera de los países imperialistas como aristocracia obrera, una clase alta global.

¡Las masas hambrientas y explotadas saldrán victoriosas!

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Torkil Lauesen
In the 1970s and 80s, Torkil Lauesen was a member of a clandestine communist cell which carried out a series of robberies in Denmark, netting very large sums which were then sent on to various national liberation movements in the Third World. Following their capture in 1989, Torkil would spend six years in prison. In 2016, Lauesen’s book Det Globale Perspektiv was released in Denmark. In it, he explains how he sees the world political situation today, and his thoughts about the future.

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